Daniel Raventós es Doctor en Ciencias Económicas y profesor de la Universidad de Barcelona. Como presidente de Red Renta Básica, asociación fundada en 2001, participará el 21 y 22 de junio en el curso sobre el subsidio universal garantizado organizado por la Diputación en Donostia.
Cuando hablamos de la renta básica de ciudadanía -un subsidio garantizado que pagaría el sector público a cada persona- estamos hablando de intentar ir hacia otro modelo de sociedad, con menos pobreza y mejor distribución de la riqueza.
Hay que decir que la renta básica de ciudadanía es una propuesta defendida por gente que políticamente no tiene por qué estar de acuerdo en otras cosas. Es verdad que tiene muchas más simpatías entre gente que, en un sentido muy general, podría llamarse de izquierdas. Pero, entre las personas de izquierdas que pueden estar a favor, también puede haber diferencias muy importantes. Por sí sola, la renta básica no cambia el modelo de sociedad. Cambia algunas cosas. Pero pensar que una renta básica como única medida puede cambiar mucho de lo que podríamos considerar injusto de la sociedad actual, creo que es un error. Lo que ocurre es que tan importante es la cantidad que se percibiría como renta básica, es decir, la propuesta concreta de la que estemos hablando, como la forma de financiarse. Una renta básica que tenga mucho interés político o mucho interés filosófico o social es una renta básica que estará financiada por una reforma fiscal. La consecuencia práctica sería una gran redistribución de la renta de los más ricos hacia el resto de la sociedad, exactamente al contrario de lo que se ha producido en los últimos 30 ó 40 años. Es una medida para acabar con la pobreza, pero no solamente. Es una medida mucho más interesante, porque incrementaría la libertad de buena parte de la población. Eso la hace tan peligrosa o tan subversiva o revolucionaria.
Éste que apunta es un elemento para la reflexión. El dinero lleva a la libertad. Por ejemplo, para elegir ocupación, jornada laboral etc.
Grandes constitucionalistas de distintos países, como Estados Unidos pongamos por caso, han dicho claramente que sin impuestos no hay libertad. Todo lo contrario de lo que se está diciendo por parte de la ultraderecha económica o, en el caso de Estados Unidos, por parte de los republicanos, que tan amigos son del PP. Dicen que cuantos menos impuestos se pagan, más libres somos. Esto es algo completamente falso, incluso desde una perspectiva histórica.
Inevitablemente debemos referirnos a la situación económica actual. Dice usted que «hay alternativas y no pocas».
Alternativas hay muchas. Sobre lo que se está haciendo actualmente, sobre la política económica llevada a cabo supuestamente para salir de la crisis, hasta los políticos que podríamos llamar de derecha moderada ya están diciendo que lo único que está consiguiendo es ir al mayor desastre. Economistas que no son el colmo del izquierdismo, como Paul Krugman, están diciendo que vamos al desastre con estas medidas. Y Krugman no está de acuerdo con la renta básica. Tal y como se están haciendo las cosas, yo diría que de las 30 maneras, para entendernos, en que se podría hacer, es la peor. Al menos si lo que se pretende es salir de la crisis. Lo que ocurre es que, con la crisis, justamente se está intentando poner en práctica y se está consiguiendo lo que ya era la reivindicación de las patronales y de la derecha económica desde hace muchos años: medidas que atentan contra el bienestar de la inmensa mayoría de la población. La renta básica sería una medida de política económica que apostaría por el 70% que tiene menos renta. Esto depende de la forma de financiación que se utilice, pero la fórmula que estudiamos en Cataluña mostraba claramente que el 70% de la población salía ganando. Cuando yo estudiaba Económicas, nos explicaban cosas que ahora no se explican. Eran realmente elementales, como que toda política económica primero es política y luego economía. Primero se fija qué intereses o grupos sociales se quiere defender y, entonces, la economía lo que hace es poner en práctica ese objetivo fijado sobre a quién favorecer. No hay ninguna medida de política económica que beneficie o perjudique a toda la sociedad. Lo más asquerosamente mentiroso que se está diciendo en los últimos meses y años es que las medidas actuales benefician a todo el país y que tenemos que sacrificarnos todos, porque más adelante saldremos todos de la situación. Falso. Las medidas de política económica perjudican a unos sectores y benefician a otros. ¿Bajar los tipos fiscales a los más ricos a quién beneficia o a quién perjudica? ¿Congelar las pensiones a qué sectores perjudica? ¿Y privatizar determinados servicios públicos como la educación y la sanidad?
¿Tan engañada está la ciudadanía?
Yo creo, con toda sinceridad, que cada vez menos gente está engañada. Una buena parte de la población, que en un principio sí creyó que estas medidas eran necesarias para el conjunto y para salir de la crisis, ya no lo cree. Cada vez hay menos gente que lo cree. Esto es fácil de decir y difícil de comprobar, pero hay indicadores. Por ejemplo, desde el apoyo que puedan tener movimientos como el 15M, hasta el apoyo (relativo, pero apoyo) que tuvo la última huelga general. Son indicadores indirectos de que una buena parte de la población está harta. Otra cosa es que esta misma parte de la población no tenga esperanzas de que las cosas puedan ir a mejor. Y esto se expresa en Europa en formas muy distintas. En Francia, si ha ganado las elecciones la izquierda moderada respecto a la derecha más ultra económicamente, ha sido gracias a que ha hecho un discurso completamente contrario a las medidas que se están impulsando por parte de la UE. La gente, creo yo, cada vez está más harta. Otra cosa es que esto se exprese de forma activa. Pero el desengaño creo que es cada vez más evidente.
Dicen ustedes, quienes promueven la renta básica, que ésta es viable.
Los números salen. La financiación de la renta básica sale. Hace unos 7 u 8 años hicimos en Cataluña un proyecto de financiación de una renta básica a partir de 200.000 declaraciones de IRPF y los números salían, haciendo una reforma en el IRPF, de manera que se recaudase exactamente lo mismo que se recaudaba en esos momentos y además permitiera financiar una renta básica de 5.414 euros al año para los adultos y de 2.700 para los menores de edad. Era posible. Y no tocábamos muchas cosas. Hacíamos una reforma del IRPF y suprimíamos subsidios monetarios que serían redundantes con una renta básica. Pensemos que rescatar a Bankia ya nos costará a cada uno de los que vivimos en el Reino de España 500 euros. Imaginemos si no hay dinero para financiar una renta básica. Otra cosa es que ese dinero se canalice hacia otras cuestiones.
Aunque existen experiencias similares en Alaska y México DF, no hay en el mundo ningún caso de renta básica. ¿La aprobación de un subsidio universal no llevaría a una bajada de salarios y subida de precios?
Los salarios no se podrían bajar de determinado nivel, si existe, como aquí, el salario mínimo interprofesional. La renta básica podría significar algo así como una caja de resistencia sindical. Muchos salarios deberían subir por la existencia de una renta básica, para que determinados trabajos los quisiera hacer la gente. Y eso tiene unas consecuencias sociales muy buenas. Hace poco, en unas jornadas sobre vivienda, hubo propuestas muy interesantes para compaginar alquiler de vivienda y renta básica. Parece que no puede haber ningún planteamiento que no caiga en la lógica del beneficio de los cuatro especuladores. Estamos tan acostumbrados a que esto sea así, que nos parece que cualquier medida que sirva para mejorar la situación de buena parte de la población no es realista.
Muchos debates sobre lo mal que iría una renta básica son previos a ponerse en marcha. Porque, evidentemente, cuesta poner en marcha una medida de unas características muy innovadoras o muy nuevas. Pero una vez se pone en marcha -hasta ahora si no directamente una renta básica, sí cosas muy parecidas-, se ven los resultados y entonces es cuando desaparecen las discusiones.
Por ejemplo, en el País Vasco tuvisteis hace 12 ó 13 años una discusión en relación a la renta media de inserción. Fuisteis la primera Comunidad Autónoma en poner en marcha una renta media de inserción, una renta para pobres, que entonces se llamaba renta básica pero que, afortunadamente y para evitar confusiones, ya no se llama así. Se decía que todos los pobres de las otras comunidades autónomas irían la País Vasco. Pero no fueron, porque es más costoso desplazarse y tener una casa y estar dos años viviendo para luego cobrar esa cantidad. Hay cosas que a veces se dicen de forma automática, pero bastante absurda.
En Alaska esa renta se financia mediante una fundación privada y depende de las fluctuaciones internacionales del precio del petróleo. Cuando más renta han tenido por habitante ha sido de unos 2.000 dólares anuales. En los 80, cuando se puso en marcha en Alaska, eran muchos los sectores sociales que estaban en contra. Ya nadie lo está. En México DF es una pensión básica universal. Toda persona que resida en la ciudad y tenga más de 68 años recibe una cantidad igual al salario mínimo interprofesional, independientemente de cualquier otra consideración o de que pueda tener otra pensión. Y funciona bien.
¿Qué receptividad percibe usted, como impulsor de la renta básica, hacia este subsidio por parte de la sociedad? ¿Va calando el mensaje?
Sí, por supuesto. Cuando se fundó nuestra asociación, en 2001, la renta básica era perfectamente desconocida. Y es verdad que ahora es una medida mucho más conocida, que incluso se ha discutido un par de veces en el Parlamento español. Hay organizaciones políticas importantes que están a favor de la renta básica. En el País Vasco tenéis a Bildu. Lo que empezó siendo una propuesta exterior a los parlamentos entró en los parlamentos y ahora, con la crisis, se ha vuelto a alejar de los parlamentos, pero ha sido abrazada por muchos movimientos sociales, especialmente por el 15M. Se discutía en los parlamentos tanto español como autonómicos antes de la crisis, y era una medida más o menos conocida por parte de algunos grupos políticos. Pero con la crisis, por las razones que en parte hablábamos antes, se ha apostado por otra historia. Y, en cambio, algunos movimientos sociales, especialmente el 15M, considera que la renta básica es una muy buena medida para hacer frente a las consecuencias más desastrosas de la crisis económica para amplios sectores de la población.
Pero, dicho esto, también he de decir que todavía es una propuesta que no es conocida por la inmensa mayoría de la población, ni mucho menos.